jueves, diciembre 22, 2005

SOBRE LAS ESTADISTICAS CUBANAS Y UN ANALISIS ECONOMICO DE CUBA EN EL 2005

Por Elías Amor Bravo, Valencia

La responsabilidad en la estadística de la economía cubana

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL acaba de publicar este mes de diciembre el “Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe” , un documento que, como viene siendo habitual, realiza un análisis del estado y evolución de las principales magnitudes macroeconómicas de los países y obtiene una serie de conclusiones con respecto a la eficacia de las políticas en acción.
El análisis de la economía cubana, realizado por los expertos de la CEPAL, casi siempre se ha visto limitado por la escasez de datos estadísticos fiables que permitan realizar una valoración objetiva y comparable al resto de países de la región. Si a la calidad de las informaciones disponibles, se añade que existen numerosos capítulos de la economía de los que no se facilita información, siquiera mínima para realizar un simple contraste de tendencia, la situación no puede ser más desalentadora. Y si esta tónica ha sido denunciada en múltiples ocasiones en los informes que se han analizado en estas mismas páginas, lo que sorprende más aun es la polémica abierta el presente año cuando se atiende al texto literal de la nota escueta que facilita la CEPAL para explicar por qué la cifra de crecimiento económico de 2005 estimada por las autoridades cubanas no se puede incorporar al Informe realizado por la institución.
Veamos con detalle donde está el problema. Sostiene el régimen castrista que el crecimiento de la economía cubana en 2005 ha sido del ¡¡11,8%!! La CEPAL se mantiene al margen de esta cifra y señala textualmente: “Los datos sobre crecimiento del producto incluidos en esta nota son cifras proporcionadas por el gobierno de Cuba, que consideró para su cálculo, una elevada exportación de servicios sociales a varios países, en especial a la República Bolivariana de Venezuela. La CEPAL está evaluando este cálculo de acuerdo a la metodología empleada por las Naciones Unidas, proceso que todavía no ha concluido, por lo que la CEPAL todavía no tiene cuenta con cifras propias. Además, Cuba ha comenzado a aplicar una nueva valoración de los servicios sociales, que también se está analizando” (página 179 del Informe citado).
La CEPAL se opone a dar por válidos y oficiales los datos ofrecidos por el régimen castrista sobre el crecimiento económico en Cuba durante 2005, y los cuestiona. Al margen de estas consideraciones técnicas que no son, en absoluto irrelevantes, y que se tendrá ocasión de abordar en otro trabajo posterior, se ha llegado a un punto sin retorno en relación con la economía cubana que no admite explicación ni justificación alguna. Un grave escándalo que se venía fraguando pero que puede suponer daños mucho mas graves de los que se admite, al menor en un primer momento.
Los datos relativos a la economía de un país reflejan no solo su situación en términos macroeconómicos, sino que definen el grado de adecuación de las políticas económicas a la estructura productiva, en definitiva, suponen un referente para que los agentes económicos y sociales internacionales puedan adoptar de la forma más eficaz sus decisiones. Esa información, basada en metodologías concretas, desarrolladas por organismos especializados que cuentan con el apoyo de la mayoría de países, definidas a nivel internacional, sirve para orientar la credibilidad internacional de un país, y por tanto, su posición en la economía mundial.
Cuando un gobierno, y en este caso, el régimen castrista lo hace de forma deliberada, no aplica los procedimientos establecidos para producir la estadística oficial, al margen de los estándares de las organizaciones internacionales, Naciones Unidas, por ejemplo, no sólo está cuestionando su credibilidad a nivel global, sino que pone en entredicho la labor de los profesionales de la economía que, día a día, desempeñan sus tareas con no pocas dificultades en Cuba.
En un mundo cada vez más global e interdependiente, en el que las decisiones de los agentes económicos se tienen que basar en una información transparente, objetiva, real y no distorsionada, emprender una vía en solitario alejada de los procedimientos establecidos, como ha hecho el régimen castrista al intentar ofrecer un crecimiento del 11,8% en 2005 que no es realista ni creíble, supone no sólo cargar a la economía cubana con elevados costes en términos de su imagen y credibilidad internacional, sino sentar un mal precedente para el futuro, cuando el régimen cubano se democratice y aspire a integrarse en el concierto internacional de las naciones. Las consecuencias no se ha hecho esperar y la CEPAL ha hecho muy bien al no citar el dato ofrecido por el régimen cubano, y señalar de forma expresa, con una nota al pie de página la discrepancia con las cifras.
Nunca se pudo pensar que en este último tramo final del castrismo se llegaran a adoptar decisiones tan graves y comprometidas para el futuro del país, precisamente en un momento en que Cuba necesita integrarse en las corrientes internacionales de comercio y participar activamente en el desarrollo turístico que va asociado a la zona del Caribe en que opera. Durante el año que ahora finaliza, las decisiones de limitar la actuación de las empresas sobre todo las mas pequeñas, la persecución a los profesionales por cuenta propia y la progresiva centralización de la política monetaria, han venido creando un espacio para la incertidumbre en la economía de Cuba que no alienta un entorno estable y adecuado para el desarrollo de la actividad productiva. Siendo negativas para mejorar las condiciones de vida de los cubanos, estas medidas ya estaban descontadas atendiendo a la naturaleza perversa del régimen a lo largo de su historia reciente,
“Jugar” con los datos estadísticos es un salto en el vacío que no admite explicación. Hace bien la CEPAL al cuestionar la información oficial facilitada por el régimen de Castro. Por mucho que se analicen los datos y se intente dar una explicación a lo sucedido, el mal ya está hecho, y son muchos los profesionales de la economía que van a perder cualquier esperanza o credibilidad hacia los datos ofrecidos por Cuba en los foros internacionales. El daño está hecho, pero la herida no se va a cicatrizar fácilmente.
Diciembre 20, 2005
*********************************
Por Elías Amor Bravo, Valencia Análisis del crecimiento económico en Cuba, 2005: una aproximación inicial


En un trabajo anterior he expuesto la reciente crisis abierta entre la prestigiosa CEPAL, Comisión Económica para América Latina y el Caribe, y el régimen de Fidel Castro en el último informe “Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2005” , que termina de ser publicado. La polémica se debe a la cifra oficial de crecimiento económico para Cuba, 11,8% que defiende el régimen castrista y que los economistas de CEPAL cuestionan con acierto. Aducen en la Isla que los servicios profesionales de los trabajadores cubanos en Venezuela, a cambio de las entradas de petróleo recibidas por la economía cubana están en el origen de un fuerte crecimiento de las exportaciones que explica el aumento posterior registrado por la economía, y que durante 2005 se han producido cambios en la estructura productiva cubana. Ni una cosa ni otra.
Cierto es que el régimen cubano ha obtenido beneficio de sus relaciones con Venezuela en términos de unas compras de crudo mas barato. Cierto es que el castrismo ha enviado a Venezuela a profesionales de los servicios sociales (médicos, educadores, deportistas) que se configuran como ese nuevo aparato pseudoestatal que está financiando el régimen venezolano con cargo a los beneficios del petróleo.
La posición crítica de CEPAL, que comparto, tiene que ver con dos aspectos que el régimen de Castro aplica en las estadísticas, sin tener en cuenta las convenciones y estándares internacionales.
En primer lugar, se hace referencia a un nuevo sistema de valoración de los servicios sociales por el régimen cubano. No me parece desacertado. Durante décadas, el régimen cubano ha entregado gratis, en términos de una solidaridad mal entendida, patentes de investigación, diseños biotecnológicos en la lucha contra plagas y enfermedades tropicales, y otros avances conseguidos por los investigadores y tecnólogos de la Isla que posteriormente se aplicaban con éxito en la producción de caña de azúcar en Brasil o de plátanos en Honduras y El Salvador. Mientras que las subvenciones soviéticas existían, el impacto de estas decisiones no se cuestionaba puesto que los fondos para financiar la continuidad del proceso de investigación se encontraban garantizados. Con el período especial, la situación cambia. Los científicos cubanos desarrollaban con su esfuerzo importantes avances tecnológicos y el régimen, en medio de su absoluto desconocimiento de lo que es el funcionamiento real de los sistemas económicos a nivel global, seguía regalando alegremente los inventos a otros países que, posteriormente. Y sin el más mínimo complejo, sacaban provecho de ello.
Ha sido frecuente escuchar a los científicos cubanos y los representantes de las nuevas fórmulas cooperativas agropecuarias de la Isla quejarse en foros internacionales de estas prácticas, que obviamente les perjudican, ya que ponen a disposición de foráneos gratuitamente los hallazgos que, de ser aplicados a la economía cubana, podrían proporcionarle claras ventajas competitivas en los mercados mundiales. Si ahora el régimen pretende fijar un precio a los servicios que presta (operaciones en los hospitales cubanos, tratamientos sanitarios, inventos y procesos tecnológicos, asesoramiento en sentido amplio) no es una mala idea. Cuba, por su capital humano, podría ser una potencia en ingresos por servicios tecnológicos a nivel continental, pero las cosas se deben hacer bien, y las normas de contabilidad nacional para valorar estos servicios tienen unas reglas que se deben respetar, que mucho me temo, no habrán sido debidamente consideradas por las autoridades del régimen castrista, de ahí el lógico desasosiego de la CEPAL. Hace bien esta organización en suspender las cuentas e investigarlas en profundidad. Más de una sorpresa nos vamos a encontrar.
En segundo lugar, estamos ante un problema de concepto que, hasta los estudiantes de las facultades de economía en los primeros cursos, conocen. El valor del trabajo de los profesionales cubanos en el exterior recibe el tratamiento en las cuentas nacionales de los países de una renta obtenida por los factores productivos en el exterior, y su destino es la balanza de servicios que es un subconcepto de la balanza por cuenta corriente, nunca de la comercial. La balanza de servicios incorpora precisamente el saldo entre el ingreso por los factores en el exterior, y el pago por los servicios a factores extranjeros en suelo nacional. Dado que en Cuba este último concepto adquiere una cierta importancia, como consecuencia de las inversiones extranjeras y el modelo de relación con el régimen cubano de las joint ventures, el saldo final debe ser estudiado con detalle porque quizás no sea tan elevado como apuntan las autoridades.
Además, el tirón que las rentas de factores en el exterior tienen sobre la economía de un país se produce solo de forma indirecta a partir del efecto de las remesas enviadas a las familias. Si se tiene en cuenta que existen en Cuba múltiples controles monetarios para acceder al control de esos ingresos, que terminan destinándose a productos procedentes del exterior (como el trigo y la carne que se compra al contado a Estados Unidos, por ejemplo) la situación no admite dudas al respecto. El cálculo hecho por las autoridades cubanas debe revisarse a tenor de lo expuesto. El comercio se refiere al intercambio de productos, automóviles, petróleo, alimentos, etc, así como a conceptos relacionados con los servicios. Cada uno en su sitio correspondiente. No se pueden mezclar alegremente los conceptos porque tienen un tratamiento distinto. Cierto es que las exportaciones de mercancías suponen un fuerte tirón a la oferta nacional: el país es competitivo, sus productos son atractivos en los mercados mundiales y por ello tienen demanda. Pero no parece que este sea el caso de la economía cubana. Con la única excepción del turismo, cuyas entradas se sitúan en 2,3 millones de viajeros (un crecimiento modesto si se compara con otras zonas del Caribe) no parece que níquel, tabaco o azúcar (en reconversión) produzcan atractivo alguno en los mercados mundiales.
A tenor de estas consideraciones, mucho me temo que haya que revisar en profundidad esa tasa de crecimiento del 11,8% que proporciona el régimen cubano para 2005, año que ahora finaliza. Ni se han producido cambios en la estructura productiva cubana que justifiquen ese comportamiento, ni se puede aceptar que las rentas de los factores en el exterior se alineen con las exportaciones de bienes y servicios. En cualquier caso, los ingresos que obtiene Cuba con los servicios sociales en Venezuela se equilibran con las compras de crudo realizadas, y de esto no se habla en ningún sitio. Si se acepta que Cuba ha obtenido ingresos de enviar decenas de miles de profesionales a Venezuela, también hay que aceptar que las compras de crudo venezolano tienen su precio, nada se regala en esta vida, y que en estos casos, la diferencia es lo que interesa verdaderamente.
Por otra parte, tiempo habrá de profundizar con detalle en el Informe de CEPAL. Lo cierto es que hay otros datos que son más preocupantes en el horizonte de la economía cubana (inflación, descontrol monetario, insuficiente producción eléctrica, escaso poder de compra de los salarios, estancamiento del turismo y de las exportaciones de níquel) y todos ellos no significan una mejora de las condiciones de vida de los cubanos.
Diciembre 22, 2005